Ciudadanía. Un elemento esencial frente a la pandemia.
Luis Manuel Muñoz Cuauhtle
Artículo publicado en la página 9 de El Sol de Tlaxcala, el día 07 de abril de 2020
El mundo atraviesa por uno de los problemas sanitarios más graves de las últimas décadas, el cual ha impuesto retos mayúsculos a los diversos gobiernos como a sus instituciones. El pasado 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al Covid-19 como una pandemia por la rapidez con la que se expande y su gravedad.
Los países han reaccionado de diversas formas. En México, el pasado 30 de marzo, el Consejo de Salubridad General, después de reconocer a los efectos del contagio de Covid-19 como una enfermedad grave de atención prioritaria, emitió la declaratoria de emergencia sanitaria. Con dicha declaratoria se decidió implementar medidas que afectan drásticamente la vida cotidiana, mediante el establecimiento de ciertas restricciones, como a la libre circulación, el acceso a lugares públicos, al contacto físico, entre otras, a fin de reducir la trasmisión del virus que hoy nos amenaza.
Si bien, en primer término, corresponde al Gobierno asumir la atención de dicho problema de salud, hay que ser categórico, no es el único obligado. La ciudadanía juega un papel fundamental para enfrentarlo y evitar que las instituciones de salud colapsen.
Pero ¿qué es la ciudadanía? y ¿por qué vale la pena tenerla en cuenta en estos momentos? En un sentido amplio, se trata de un concepto que revela la condición de pertenencia de una persona a una comunidad determinada; es decir, es el vínculo que nos une con el Estado que, a la vez, se convierte, dicho en términos sencillos, en ese ente de autoridad o de gobierno responsable de garantizar nuestras libertades; de modo que, la ciudadanía nos supone titulares de derechos.
Sin embargo, el concepto no acaba ahí, pues al mismo tiempo, nos impone diversas obligaciones que se erigen como imperativos de comportamiento mínimos, deseables ética y moralmente para la comunidad a la que se pertenece; como lo son, la exigencia de un comportamiento respetuoso con las normas de convivencia pública, el cumplimiento de las leyes, o el respeto del derecho de otras personas. Solo observando esos comportamientos –por las y los ciudadanos– es como se contribuye al funcionamiento de la sociedad y al bienestar de los demás.
Justo este segundo aspecto, es el que creo, no debe perderse de vista en el contexto de una emergencia sanitaria; ya que, tenerlo presente, nos hará cumplir con nuestro rol de auténtica ciudadanía, pues implica concientizarnos de que, frente a las demás personas, tenemos el deber de conducirnos responsablemente, tanto como para cuidar de nuestra salud y la de nuestra familia, como para contribuir, desde nuestro campo de acción, a cuidar la de los demás. A tener claro que, si desde nuestra realidad, es esencial salir del domicilio, debemos tomar todas las medidas posibles; pero si no, aceptemos que el lugar más seguro es la casa y quedarse en ella.
Lo anterior es la razón de nuestra obligación de observar responsablemente las pautas marcadas por la política de distanciamiento social recomendada por la OMS, e impulsada por las autoridades de nuestro país con el objetivo de desacelerar el contagio, y para contar, en lo posible, con condiciones que, en los hechos, les permitan brindar una mejor atención de salud al mayor número de personas.
Recordemos que la democracia se edifica fuerte, desde las instituciones, pero, sobre todo, desde la participación consciente de su pueblo; por ello, es que hoy más que nunca debemos asumir que la protección de la salud nos incumbe a todos, y por tanto, que contribuir a detener la propagación del Covid-19 es también nuestra obligación.